EJECUCIONES LABORALES EN LOS MEDIOS

02.09.2013 18:02

Por José Luis Bedón.

Revista Mediciones www.ciespal.org/mediciones

 

El 15 de noviembre como el primero de mayo constituyen dos hitos históricos de la lucha del verdadero sector productivo de este país: los trabajadores ecuatorianos. Las grandes industrias mediáticas han intentado hundirnos en la desmemoria colectiva sobre la masacre del 15 de noviembre de 1922, en que cerca de mil personas (hombres, mujeres, niños y ancianos) fueron asesinados en las calles y plazas de Guayaquil y luego echados al río Guayas, con sus vientres abiertos para que no flotasen, por el delito de solicitar jornadas laborales y salarios justos.

 

Desmemoria colectiva… lo han conseguido parcialmente al igual que sus pares en los Estados Unidos donde casi no se recuerda el primero de mayo de 1886 cuando los trabajadores intentaron, por primera vez en Chicago, que el capital respete la jornada laboral de 8 horas diarias de trabajo.

 

Tras la protesta y la huelga vino la brutal represión y el estallido de una bomba que provocó la muerte de varios policías en la Haymarket Square de Chicago en mayo de 1886, y sin que se descubriera a los verdaderos responsables del atentado cuatro dirigentes anarquistas fueron ejecutados.

 

Pero un dato que muy pocos saben del penoso incidente es que los presuntos responsables ejecutados fueron tres periodistas y un tipógrafo, es decir cuatro trabajadores de la prensa: “Albert Parsons (estadounidense, 39 años, periodista), August Spies (alemán, 31 años, periodista), Adolph Fischer (alemán, 30 años, periodista) y Georg Engel (alemán, 50 años, tipógrafo)”(1).

 

Qué mayor demostración de que los periodistas somos trabajadores de la prensa o trabajadores de la comunicación… en última instancia trabajadores de las industrias mediáticas del capital. A pesar de que algunos no se reconozcan como trabajadores de la prensa porque se codean con el poder político y económico y perciben enormes salarios que los hace escalar socialmente con el deshonesto argumento de que “reúnen dinero para tiempos de vacas flacas”, negando oportunistamente su condición de trabajadores asalariados que poseen tan sólo su fuerza de trabajo para venderla y  conseguir los medios de subsistencia para sí mismos y sus familias, al igual que el 99% de sus compañeros y compañeras trabajadores sometidos y sometidas a la siempre injusta relación: capital-trabajo que domina también en los medios, con más castigos que recompensas.

 

El 15 de noviembre de 2011 el periodista Carlos Ochoa, ex reportero de Televistazo y ahora Jefe de Noticias del canal incautado Gama TV entrevistó al trabajador de la prensa   Santiago Ayala, quien luego de trabajar casi 8 años para el diario El Comercio se vio obligado a renunciar hace algunos días.

 

Aunque sobren los testimonios, aún no develados, en relación a los excesos de los dueños o los jefes burocráticos de los medios en contra de sus trabajadores ¿por qué Carlos Ochoa entrevistó a Santiago Ayala, acaso porque el conflicto laboral y el abuso se habían producido en El Comercio, o porque es solidario con la situación de los trabajadores de la comunicación?  Ayala hizo pública ante las cámaras de Gama TV la estrategia patronal de tercerización que hasta antes de 2008 mantenían los dueños del grupo de medios El Comercio. Casi cortando la intervención de su entrevistado, con visible entusiasmo Ochoa se horrorizaba casi compulsivamente de que a los compañeros del trabajador de la prensa que entrevistaba, no les pagasen horas extras ni suplementarias, mientras el periodista Santiago Ayala revelaba que la familia Mantilla en vez de pagar por el trabajo, sólo ofrecía realizar un homenaje a los trabajadores de diagramación del diario, que casi cotidianamente se quedaban a trabajar hasta altas horas de la noche.

 

El entrevistador Ochoa ampliaba lo de los despidos y amenazas, que relataba Ayala, señalando que es fácil encontrar el video en el que, Guadalupe Mantilla propietaria del mencionado diario, se contradice respecto a las políticas laborales que aplica con sus trabajadores y las amenazas de despido para aquellos que simpatizan con el gobierno (3), como si en los medios públicos no pasara lo mismo, corregido y aumentado, pero al revés.

Sería interesante verle a Carlos Ochoa tan entusiasmado y aportando con datos y pruebas sobre los abusos laborales que se producen en los medios públicos, si es que algún día entrevista a alguno de los 11 trabajadores y trabajadoras de la comunicación despedidos el mes de noviembre de este año de la Radio Pública del Ecuador.

 

Agudicemos los contrastes y remitámonos a una nota de la gran prensa. El 13 de noviembre de 2011 el diario El Universo bajo el título: “Sueldos, bonos y comisiones en Gama TV superan ingreso de Correa”, publica en su noveno párrafo el siguiente texto: “El tercer empleado que más gana en el canal es el director nacional de Noticias, Carlos Alberto Ochoa Hernández, con $ 8.000 más $ 3.400 de bono. El año pasado declaró al SRI por impuesto a la renta $ 13.172. No existe información en el organismo tributario de impuestos declarados por el ex reportero de Ecuavisa de los años 2006 y 2007”(4).

 

Ochoa según la nota de prensa gana mensualmente $11.400 dólares, $4.800 dólares más que el Presidente de la República que percibe 6.600 dólares y que prohibió que nadie gane un sueldo superior al suyo. Recordemos que estos megasueldos se pagan en un canal de televisión incautado a los banqueros corruptos y prófugos del ex Filanbanco; Roberto y William Isaías Dassum, bienes con los que se esperaba recuperar algo del dinero que estos y otros banqueros les robaron a sus clientes y a todos los ecuatorianos.

 

Se puede plantear que el salario de Ochoa es legal, dentro de un medio que no es estrictamente público, pero en ningún caso es justo ni legítimo si lo comparamos con remuneraciones de menos de 100 dólares al mes que perciben los reporteros y corresponsales de ciertas radios o con la mayoría salarios mensuales que ganan otros trabajadores de la comunicación, cuyos ingresos apenas alcanzan la mitad de la canasta básica familiar o siempre están por debajo de ella, calculada por el oficial Instituto de Estadísticas y Censos (INEC) en 571.08 dólares (5).

 

El mismo diario El Universo y los demás medios privados, si respetaran el derecho de la sociedad a estar bien informada y si fueran igualmente prolijos en revelar lo que se hace  con los dineros públicos y de los perjudicados de la banca en los medios del gobierno y exigen transparencia del Estado, ¿por qué no revelan los sueldos que pagan a sus trabajadores de la prensa?, ¿por qué no revelan los sueldos de sus directores de prensa, conductores, entrevistadores y demás?, ¿por qué no revelan sus ganancias, sus principales anunciantes, sus accionistas y los vínculos que tienen con sectores económicos y empresariales?. Habría sorpresas porque sabríamos desde dónde nos hablan. Si reclaman libertad de expresión ¿por qué no entrevistan en sus medios a sus propios trabajadores de la comunicación sobre cómo los amedrentan, amenazan, censuran, autocensuran, explotan, despiden u obligan a renunciar?

 

Pero la transparencia y el buen trato a los trabajadores de la prensa no es un atributo, por oposición, de los medios públicos. A ninguno de estos dos tipos de medios les importa la suerte de sus trabajadores despedidos y sus familias, porque abusan por igual de la poca o ninguna cultura organizativa y de derechos laborales que deberían tener los trabajadores de la comunicación para defenderse.

 

En los medios públicos “avanza la revolución” de las “renuncias voluntarias” como en otros sectores de los trabajadores públicos.  La paranoia politiquera del poder impone controles panópticos en sus medios e instituciones públicas, estructuras verticales de lealtades de aduladores e incondicionales con los altos jefes, o emplean directamente a coidearios para asegurar la línea editorial y bajo este esquema hegemónico han puesto en la calle a más de una decena de trabajadores y trabajadoras de la comunicación que laboraban en Quito, Guayaquil, Manta y Macas para la Radio Pública de Ecuador.

 

Queda claro que tanto el poder mediático, oligárquico, corporativo, privado como el poder mediático, propagandístico, estatal y gubernamental comparten las peores prácticas de explotación laboral, precariedad, maltrato, abuso y censura en contra de sus trabajadores de la comunicación. Queda demostrado que los dos bloques del poder mediático enfrentados coyunturalmente no son monolíticos y que sofocan de un modo similar y cruel su relación con sus potenciales contradictores internos: sus  trabajadores de la comunicación. Queda igualmente en evidencia, al menos parcialmente, un injusto e insultante sistema de remuneraciones para recompensar a aquellos que operan y aseguran sus intereses y líneas editoriales o ayudan a detectar y reprimir la disidencia para que luego los jefes provoquen los odiosos despidos intempestivos.

 

Guardando las distancias y las proporciones con lo que aconteció en el Chicago de 1886, lo que ocurre en los medios ecuatorianos con los despidos de trabajadores de la comunicación se parecen, por sus devastadoras consecuencias, a ejecuciones laborales, que se realizan por supuesto sin documentos, sin testigos, sin cámaras ni micrófonos, peor aún sin la posibilidad de denunciar, demandar y volver visibles sus situaciones.

 

Pero como en todo acto de violencia el silencio y la inacción son cómplices. Los trabajadores de la comunicación deberían apelar a los medios digitales o a las leyes laborales y profesionales que existen para hacer frente a estas aberrantes e impunes prácticas mediáticas.

 

(1) https://www.me.gov.ar/efeme/diatrabajo/primero.html  acceso 17-11-2011.

(2) https://www.anarkismo.net/article/14992 acceso 16-11-2011.

(3) https://www.google.com.ec (en la dirección de You Tube bajo el título: la doble cara del diario El Comercio).

(4) https://www.eluniverso.com/2011/11/13/1/1355/sueldos-bonos-comisiones-gamatv-superan-ingreso-correa.html acceso 15-11-2011.

(5) https://www.inec.gov.ec/home/ acceso 25-11-2011.